Ponernos ilusiones cuando estamos de bajón
No es posible mantenernos siempre en un eterno idilio con nuestras ilusiones, hay momentos en los que estamos mal. Y esos momentos son causados por algún suceso de la vida o no, simplemente estamos de bajón, es decir no podemos atribuir lo que nos pasa a nada en concreto.
Esta nebulosa de tristeza indefinida no interrumpe nuestra actividad ordinaria, pero impide que desarrollemos nuevas ilusiones, y consigue que las que nos habíamos puesto adquieran un color ocre y sin brillo.
Según el famoso autor de espiritualidad E. Tolle, se trata de un fenómeno intrínseco al ser humano, la eterna insatisfacción. Para él la canción de los Rolling Stones “i can’t get no satisfaction” ilustra perfectamente este sentimiento. La explicación de Tolle se basa en la existencia del ego, ese falso yo que siempre se instala en el pasado o en el futuro y que nunca se centra en el neutro presente.
Por su parte, los autores de la positiva nos empujan a sacar de dentro la felicidad, las ilusiones, las ganas de vivir y que eso supone un esfuerzo que nos conviene asumir.
Mi impresión es que todos tienen razón. Parece connatural al ser humano sentirse triste sin razón aparente, porque la insatisfacción es parte de la condición humana. A la vez, parece claro que es nuestro trabajo sobreponernos a la tristeza y marcarnos nuevas metas e ilusiones para recuperar el bienestar. Pero yo creo que es aún más fácil.
Vivamos los bajones como momentos en los que parar y reflexionar. Estos momentos de introspección finalizan y con ellos salimos reforzados, dando una vuelta de tuerca a nuestra madurez emocional y ganando profundidad. Yo creo que hay que aceptar ese sentimiento difuso de tristeza que nos permite a la postre ser más auténticos. Y a la salida nuestra capacidad para renovar las ilusiones será aún más potente.