Las relaciones líquidas (2): habitar la nueva relación

Por Elena Mayor Lozano, CEO en EmotionHR y vicepresidenta de la Asociación Nacional de Felicidad de Personas y Organizaciones, Conciencia y Compasión.

En el artículo del mes pasado (http://www.muysegura.com/las relaciones-liquidas-el-panorama-tras-el-divorcio) me refería a un nuevo tipo de relaciones personales aparecidas con la llegada del nuevo siglo, unas relaciones propias de la nueva modernidad líquida -término acuñado por Zygmunt Bauman-, en contraposición a las que existían en la antigua realidad sólida del siglo XX, del que provenimos la mayoría de los que hoy estamos divorciados o separados.

Sostenía en aquel artículo que encontrar pareja en una realidad líquida, con una mentalidad sólida aprendida, era el principal obstáculo para quien estrenaba su nueva situación de desparejado. Me parece interesante analizar, no sólo el proceso de adaptación a la nueva realidad desde el punto de vista de quien no tiene pareja, sino también desde la situación de quien se vuelve a emparejar en este nuevo paradigma.

Hablaba en ese artículo de lo importante de comprender y sanar para expresar nuestro mejor yo y así hacer posible que ese alguien especial apareciera en nuestra realidad. Aunque el verdadero reto puede presentarse precisamente a partir de ese momento, en el que nos proponemos habitar con éxito esa nueva relación.

Antes de entrar en la pareja en sí, me parece interesante abordar el tema de las dudas. ¿Cómo identificar a la persona destinada a ser tu pareja?

Muchas mujeres tienen dudas sobre si la persona que han conocido es EL, el hombre destinado a ser su pareja. Con el tiempo aprendí una verdad: si tienes dudas, no es EL. Porque cuando conoces a tu pareja ideal no existen las dudas. Además de esa certeza interior, el otro claro síntoma de que es EL sin lugar a dudas es esa sensación de que TODO FLUYE, todo es fácil y ocurre sin esfuerzo. No tienes que hacer nada, excepto dejar que todo se desarrolle de manera natural, sin más. Si tu actual relación no fluye, no es EL.

«Muchas mujeres tienen dudas sobre si la persona que han conocido es EL, el hombre destinado a ser su pareja. Con el tiempo aprendí una verdad: si tienes dudas, no es EL».

La relación de pareja es el punto de partida del tema que quiero abordar, retomando el esquema de las nuevas relaciones líquidas, que se definen en función de una serie de parámetros que nada tienen que ver con los que se manejaban en la antigua realidad sólida. Te comento algunos brevemente:

Tu pareja no es tuya. Él solo se pertenece a sí mismo

Sé que esta afirmación te parece muy coherente y que algo en tu interior te dice que es muy cierta, pero también sé que normalmente no llevas esta idea a la práctica, quizá porque es algo complicada de interiorizar, por sus muchas implicaciones.

Tu pareja está contigo únicamente porque lo decide cada día. No está obligado a permanecer a tu lado ni un segundo, si no quiere. Lo hace única y exclusivamente porque lo decide. Recuerda, el mundo está en constante cambio, el mundo es líquido.

Él no es tu media naranja

Esta idea me parece muy interesante y supone un notable cambio respecto a la dinámica de las relaciones sólidas, en las que cada pareja se debía al otro en todos los aspectos, eran uno sólo (o esa era la teoría).

La pareja era un espacio donde cada parte aportaba a la otra lo que le faltaba para completarse y de esa manera la pareja vivía en una dependencia mutua a nivel económico, social y emocional. Las personas se complementaban para obtener del otro lo que no tenían y aportarle al otro lo que le faltaba.

Este concepto de la media naranja es un tremendo error desde mi punto de vista. Creo que necesitamos superarlo para poder convivir en una relación valiosa. Buscar a alguien que te aporte lo que te falta implica basar el éxito de la relación en la existencia de una carencia. Si necesitas a alguien para poder funcionar en el mundo adecuadamente, te conviertes automáticamente en un minusválido/a emocional .

Esto puede funcionar a corto plazo, pero a la larga, uno de los dos se cansará de sostener al otro, dejará de sentirse su salvador/a y empezará a percibirlo negativamente desde esa realidad carente y ahí comenzará el fin de la relación.

Yo opino que una pareja no está compuesta por dos mitades, por dos medias naranjas. Creo que una relación debería ser algo así como dos naranjas que deciden rodar juntas hasta el día en que decidan separarse. Lo que implica que tú eres alguien entero, no una mitad. No alguien con minusvalías, sino alguien con su valía personal intacta, alguien con autoestima.

«Este concepto de la media naranja es un tremendo error desde mi punto de vista. Creo que necesitamos superarlo para poder convivir en una relación valiosa. Buscar a alguien que te aporte lo que te falta implica basar el éxito de la relación en la existencia de una carencia. Si necesitas a alguien para poder funcionar en el mundo adecuadamente, te conviertes automáticamente en un minusválido/a emocional».

Tu actual pareja no es para siempre

En la nueva realidad líquida nada es para siempre, los cambios son constantes. No se trata de entender la relación como algo efímero, se trata de no entenderla como algo permanente.

Yo entiendo la vida en forma circular. La vida son ciclos en todos sus ámbitos.

Cuando comenzamos una relación, se produce un auge emocional que lleva al enamoramiento y que culmina en una relación madura y comprometida en la que se aterriza en una agradable zona de confort, en la que también se formarán ciclos internos con momentos enriquecedores y otros amargos. Cada momento amargo superado positivamente supondrá un nuevo aprendizaje y una manera de reforzar la relación. Pero puede que un día no podáis superar el momento negativo, o el ciclo definitivamente llegue a su fin con un descenso definitivo y sobrevenga una separación. Acéptala como parte del proceso de vivir la vida.

«Cuando comenzamos una relación, se produce un auge emocional que lleva al enamoramiento y que culmina en una relación madura y comprometida en la que se aterriza en una agradable zona de confort, en la que también se formarán ciclos internos con momentos enriquecedores y otros amargos».

Sois personas independientes

La sobreadaptación a una pareja era una condición en la antigua solidez. La vida debía vivirse en supuesta coherencia, con una actitud cohesionada ante la vida. Un equipo perfecto funcionando como un reloj con un perfecto engranaje.

Las parejas sólidas eran un equipo aparentemente perfecto y para lograrlo era necesario adaptarse de manera total el uno al otro.

En la nueva realidad líquida la adaptación no es total. Adaptarse es bueno, pero cediendo una parte que no cambie tus estructuras internas y que respete tu esencia y la independencia de tu criterio. Es bueno formar un equipo, pero no a costa de una sobreadaptación, que incluya hacer cambios sobre lo que te hace feliz para fundirte totalmente con tu pareja.

Mantener la independencia no debilita a las parejas, es al contrario. Eres especial para EL porque mantienes aquello que te definía y que hizo que se enamorara de ti.

«Adaptarse es bueno, pero cediendo una parte que no cambie tus estructuras internas y que respete tu esencia y la independencia de tu criterio».

La relación es equilibrio e igualdad

Mientras que en las relaciones sólidas, uno de los integrantes era habitualmente el protector y otro el protegido, lo que denota diferencia de valor, una de las reglas no escritas para que la pareja funcione en la nueva modernidad líquida es la sensación de que ambos se sitúan en el mismo nivel, que tienen el mismo valor. Cuando se rompe esa igualdad surgen las fisuras y la pareja peligra.

Esto es así, según Hellinger porque tenemos una brújula interna que contabiliza lo que se da y lo que se recibe. Si sentimos un desequilibrio, nos sentimos en deuda (nos dan más de lo que recibimos) o sentimos que damos demasiado. Las dos sensaciones son nocivas para el futuro de la pareja.

Debemos tener siempre la sensación de que podemos irnos y que no dejamos deudas en un sentido o en el otro.

«Una de las reglas no escritas para que la pareja funcione en la nueva modernidad líquida es la sensación de que ambos se sitúan en el mismo nivel, que tienen el mismo valor. Cuando se rompe esa igualdad surgen las fisuras y la pareja peligra».

Tu pareja no puede hacerte feliz

Los “no puedo vivir sin ella/él” sólo denotan dependencia emocional y no es amor.

De hecho, una pareja ni siquiera puede hacerte feliz porque ser feliz depende de tu decisión personal, de tu actitud ante el mundo. Una pareja puede darte felicidad, pero nunca podrá hacerte feliz. Para darte felicidad deberá apoyarte en tu propio crecimiento y desarrollo personales.

No es obligatorio vivir en la misma casa

Desde la solidez, una pareja en la que no se comparte casa no es una pareja. Pero no es así en las nuevas relaciones líquidas. Si el respeto por la independencia de la otra persona es sagrado, ten en cuenta que el espacio propio es fundamental.

Hay parejas de todo tipo. Algunas necesitan sentir la presencia física del otro para considerarse apoyados y en comunión. Sin embargo, muchas otras prefieren continuar viviendo su vida de manera independiente y convivir los fines de semana. Esta puede ser una solución también válida. El mundo es libre, cambiante y cíclico. No existe un mundo como DEBE SER. El mundo es tuyo, diséñalo como te apetezca.

«Si el respeto por la independencia de la otra persona es sagrado, ten en cuenta que el espacio propio es fundamental».

Sus hijos son su responsabilidad, no la tuya

Cuando dos se juntan, se juntan muchos. En realidad, se juntan dos sistemas que interactúan en un difícil equilibro. Cada sistema lo constituye uno de los integrantes de la pareja, pero también sus hijos, sus familiares, su historia y su inevitable mochila emocional. Los dos sistemas tienen que poder convivir juntos.

No sólo tenéis que encajar vosotros como pareja. Tu tienes que encajar con sus hijos, y él con los tuyos, también tus hijos con los suyos y por supuesto los ex que, aunque no están físicamente, forman parte del pasado de cada uno. El reto es aceptar al otro con todo su complejo sistema e integrarle con todo lo que trae consigo, porque eso también es él en parte.

En cualquier caso, el tema importante son los hijos. He observado cómo este tema se convierte en ocasiones en un problema insalvable. Quizá ocurre porque nos gusta convertirnos en las madres/padres o tutores de los hijos de nuestra pareja. Y eso es un error.

Tenemos que respetar totalmente las decisiones que cada miembro de la pareja tome con sus propios hijos porque son su exclusiva responsabilidad y nunca la nuestra. Jamás opines si no te lo piden y menos delante de sus hijos. No funciona hacerse amiga de los hijos de tu novio y después desautorizarle defendiéndolos para ganar su confianza. Eso es incoherente y no tiene sentido, además de dañar la relación en una parte muy vulnerable y difícil de recuperar.

«No funciona hacerse amiga de los hijos de tu novio y después desautorizarle defendiéndolos para ganar su confianza. Eso es incoherente y no tiene sentido, además de dañar la relación en una parte muy vulnerable y difícil de recuperar».

La meta es el amor incondicional

Esta meta es imposible, pero tender a ella nos puede ayudar a enfocarnos en la buena dirección. El amor incondicional sólo existe entre padres e hijos y no es otra cosa que querer al otro por encima de nuestros propios intereses. Cuando un hijo se va a hacer su vida, es como si nos arrancaran un trozo del corazón, pero lo aceptamos porque sabemos que eso es lo mejor para él: eso es amor incondicional.

Aunque en una pareja esto no es posible (nunca nos alegraremos de que nuestra pareja  se vaya a hacer su vida con alguien que le haga más feliz), tender a esperar su mayor bien es elegir enfocarnos hacia la forma de amor mas sublime, el amor incondicional.

«Tender a esperar su mayor bien es elegir enfocarnos hacia la forma de amor mas sublime, el amor incondicional».

Hace un par de años publiqué un ebook -en venta en amazon (¿Por qué no encuentro el amor tras el divorcio?)- con mis reflexiones sobre lo que sienten las personas que no tienen pareja, desde el momento en que la pierden hasta que consiguen de nuevo el equilibrio. Mi argumento es que casi siempre conseguimos la tan ansiada “pareja ideal” cuando logramos encontrar ese equilibrio que, entre otras muchas cosas, requiere la adaptación a la liquidez.

Entiendo que los aprendizajes que nos convirtieron en una persona madura y preparada para la pareja deben convertirse en los valores que se sostengan dentro de la nueva relación.

El ebook sostiene que siempre hay que trabajar sobre nosotros mismos, en lugar de buscar fuera, para hacer realidad que ese alguien especial aparezca. Creo que esos valores deben continuar dentro de la convivencia de pareja. Si tu pareja te encontró un día y le pareciste la persona ideal, entre otras cosas porque cada día trabajaste en ti para mejorarte, piensa que ese proceso no termina ese día. Siempre debemos estar implicados en conseguir y mantenernos en nuestro CENTRO, en sentir admiración por nosotros mismos.

Y eso que vemos en nosotros, lo ven los demás, no lo olvides. Si quieres que EL decida cada día seguir contigo, continúa trabajando sobre ti para que cada día siga eligiéndolo. Ni que decir tiene que esto funciona en los dos sentidos.

«Siempre debemos estar implicados en conseguir y mantenernos en nuestro CENTRO, en sentir admiración por nosotros mismos».

Y además, esto es evolutivo. Cambiamos mil veces a lo largo de la vida. La vida es cambio, ¿recuerdas?. De manera que él no va a ser el mismo a lo largo del tiempo de vuestra convivencia y tú tampoco. Evolucionaréis constantemente a nivel individual y cada nuevo resultante del cambio deberá seguir eligiendo continuar al lado del resultante del cambio de la evolución de su pareja. La vida en pareja es una vida de esfuerzo en ese sentido. Un esfuerzo no forzado, pero un esfuerzo, al fin y al cabo. Y por supuesto, no se trata de complacer al otro, sino de entenderlo y aceptarlo tal y como elige ser en cada momento.

Si quieres profundizar en este tema, te invito a participar en las charlas que organizo en grupo una vez al mes, totalmente gratuitas. También acompaño de manera personalizada a las personas que están interesadas en encontrar su centro para volver a emparejarse, o simplemente para recuperar su poder personal.

Puedes contactarme en emayor@emotionhr.com o en emayorlozano@gmail.com

¡Te espero!

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